Las manos película argentina de Alejandro Doria, sobre el Padre Mario, con Jorge Marrale y Graciela Borges.

Las Manos, la última gran película de Alejandro Doria

Ver una película con contenido eclesiástico implica prejuicio. Creer o no creer, o cambiar de idea en el medio; esa es la cuestión. Las Manos es, indudablemente, una película religiosa: difícil es analizar su contenido sin tomar postura.

Pero Las Manos también es un film biográfico, basado en la historia real de un personaje controversial: difícil es analizar su contenido sin tomar postura. Por ende, las pretensiones objetivas del siguiente artículo pueden desbarrancar. Sepan disculpar.

¿De qué se trata Las Manos?

Mario Pantaleo (Jorge Marrale) es un sacerdote italiano que vive en Argentina y fue discípulo del Padre Pío. Según testimonios, es capaz de curar imponiendo sus manos. Los incrédulos lo insultan, la Iglesia lo discrimina. Creyentes y no creyentes se ponen de acuerdo para tildarlo de chanta. Solo algunos le creerán, incluso cuando él mismo dude de su poder sanador.

Siendo un hombre solo en el mundo, decide construir una parroquia en un aislado terreno de Gonzalez Catán, al oeste de la provincia de Buenos Aires. Perla (Graciela Borges), una mujer a la que sanó tiempo atrás, decide ayudarlo en su proyecto y se convierte en su fiel asistente.

El Padre Mario tendrá varias adversidades que superar a través del relato de su vida: las traiciones, la burocracia de la Iglesia y, sobre todo, los prejuicios.

El Padre Mario Pantaleo: desterrando prejuicios

Lo cuestionan cuando sana y cuando no, cuando da esperanza y cuando no. Quiere estudiar Psicología y lo critican. Ayuda a una pareja perseguida por la dictadura y lo denuncian.

En su terreno –por largo tiempo sin edificación- recibió por igual a católicos, judíos y ateos. Leyó a San Agustín, a Freud y a Mafalda. Y cuando tuvo su parroquia, creó una escuela laica.

Tan culto como humilde, su incorrección resultó una basurita en el ojo para muchos. Y todo esto sin nombrar que, encima, muchos le atribuían la capacidad de sanar. Evidentemente, el padre Mario era demasiado distinto para pretender compresión.

El conflicto dramático: religión, deseo y poder

Lo interesante de Las Manos es que no se queda en el facilismo de un sacerdote que se dice sanador y nadie le cree. No, porque cuando el Padre Mario está solo, el conflicto persiste: él también duda de si mismo. ¿Será soberbio creer que puede curar, como solo Dios es capaz de hacerlo? Esa pregunta lo tortura hasta que comprende que se trata de un don y debe usarlo para ayudar a los demás: «Yo soy la guitarra, el guitarrerro está arriba» dice.

Crédito: Aleph Producciones S.A

Su relación con Perla también le genera conflicto. ¿Un cura viviendo bajo el mismo techo con una mujer? La lucha contra el deseo lo atormenta, pero su voluntad es inquebrantable. Y su mayor vicio, el cigarrillo, que lo pondrá al límite de esa ironía, de reminiscencias bíblicas, que es la imposibilidad de sanarse a si mismo.

El Padre Mario llegará lejos. Ante la negativa local de otorgarle la incardinación (el permiso oficial) para tener su iglesia, viaja a Italia para contactarse con un enemigo de la infancia (si, enemigo, pero conocido al fin), que tiene contacto con el Vaticano.

Mientras, por esas calles italianas, recordará su niñez y ningún espectador estará a salvo del lagrimón, porque allí se habla de milagros, pero de esos que suceden todos los días.

Jorge Marrale y Graciela Borges dirigidos por Alejandro Doria

La actuación de Jorge Marrale merece este párrafo aparte, por ese acento italiano que le imprime al Padre Mario, hasta esa sensibilidad extrema que logra expresar con sus manos. El esfuerzo, la tozudez y la picardía del cura son interpretados de forma brillante. Situaciones que van de la autoflagelación hasta la cómica desacralización de su poder sanador son encarnadas por Marrale con la efectividad dramática de los que saben. Y queda claro que Marrale sabe.

Graciela Borges interpreta a una Perla inteligente, valiente y genuina; misteriosa y cercana a la vez. La Borges demuestra que tiene bien ganado su lugar como diva del cine argentino, porque más allá del glamour, es una actriz como pocas.

Alejandro Doria culminó su carrera con esta película. A las antípodas de su film más famoso, Esperando la carroza, el mítico director demostró que todo terreno le fue fértil a la hora de contar una historia: del cine a la televisión y del mayor absurdo cómico al más sentido drama. Su cámara, como una pluma, dibujó trazos perfectos en Las Manos.

Cuando todo se corrompe y la bondad está devaluada, la historia de un hombre que buscó mejorar el mundo conmueve. Creer o no creer ¿importa?

Duración: 119 minutos
País: Argentina / Italia
Año: 2006

*Este artículo fue publicado originalmente en Suite101.net el 3/7/2013

 

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