A veces es más cómico, a veces es más dramático. A veces es más filosófico, a veces es más liviano. Pero hay una cosa segura cuando ves una película de Woody Allen: es buena. Y con «Café Society» lo logró otra vez y de taquito.
¿De qué se trata Café Society?
Ambientada en los años ’30, Bobby (Jesse Eisenberg) decide dejar su hogar en Nueva York para vivir mayores emociones en Hollywood, donde su tío Phil Stern (Steve Carell) es un importante representante de artistas. Allí, Bobby conoce a Vonnie (Kristen Stewart), de quien se enamora perdidamente.

Razones para ver «Café Society»
No está de más recordar que Woody Allen, leyenda viviente por donde se lo mire, a sus 81 años sigue filmando prácticamente una película por año desde 1966. ¿Se dan cuenta lo que es eso? Una locura. Una genialidad. Y viene, 50 años más tarde y te estrena un film de gran calidad, con enredos bien planeados y chistes de humor judío y existencial que generan carcajadas. Eso es ser grande. No solo hace buenas películas, sino que las hace todo el bendito tiempo.
«Café Society» resulta un film redondo, sin defectos, con ritmo, con una dirección de arte extraordinaria, con un Jesse Eisenberg magnífico (ay! cada día lo quiero más), con un Steve Carell súper consolidado, todo plagado de ese jazz tan Woody invadiendo cada escena, el habitual humor negrísimo y esas dosis de nostalgia que queda tanto deja escapar (con ‘Medianoche en París’ a la cabeza). La película es inquieta, inteligente, llena de historias y personajes, digno reflejo de la cabeza de su creador.

Kristen Stewart no llega a ser de lo más convincente, con una cámara que se enamora de ella pero sin que ella devuelva lo mismo. Blake Lively tiene un papel pequeño pero que le calza perfecto. Y Jesse, sí, te lo nombro otra vez, hace las veces de ese eterno protagonista que es siempre Woody Allen, con rostro distinto según pasan los años.
«Café Society» es Woody Allen en una de sus tantas facetas. No tiene la oscuridad de «Match Point», ni la inquietud casi filosófica de «Hombre irracional» pero tampoco el absurdo de sus inicios (si no vieron «Take the money and run», háganlo ya). El film está en el punto medio, disfrutable incluso para quien no es fanático del director, donde se cuenta una buena historia que fluye aceitadísima, muestra clara de que a veces los años no delatan vejez sino oficio. Definitivamente hay que verla.
Duración: 96 minutos
País: Estados Unidos
Año: 2016