Violette (Julie Delpy) es una distinguida parisina divorciada que en un viaje al sur de Francia conoce a Jean-René (Dany Boon), un hombre rústico con el que parece no tener nada en común. Pero, contra todo pronóstico, se enamoran. Tras mudarse a Paris, Jean-René descubre que en la relación hay un tercero en discordia: Lolo (Vincent Lacoste), el hijo adolescente de Violette.
La fantástica Julie Delpy protagoniza y dirige esta comedia con afilados diálogos y buenas escenas cómicas que entretienen de principio a fin. Su trabajo delante de cámara está en sintonía con la destacada labor de Dany Boon y la verdadera estrella del film: el Lolo que compone Vincent Lacoste con un cinismo para aplaudir.

La película, una comedia romántica más comedia que romántica, se permite tocar temas que no siempre se ven en este género, como las implicancias de encarar un romance pasados los 40 y con hijos adolescentes.
Hay otra cosa que me encanta haber visto en «Lolo, el hijo de mi novia» y es la maravillosa simpleza de Julie Delpy. Aún componiendo a una mujer que se mueve en el mundo de la moda, su pelo tiene frizz y su cara no acusa marcas de Botox. Y no es que peco de frívola, sino que es agradable ver en la pantalla grande un rostro de una mujer de 46 años que luce natural y con expresión, no como una diva, incluso siendo una de las figuras más importantes de cine galo.
«Lolo, el hijo de mi novia» es, en conclusión, una buena comedia de enredos con dosis de romance y un buen toque de cinismo. Porque la vida no es sencilla y los finales felices no siempre son tal cómo los imaginamos.